Distancia: 40,3 Kms
Salí por la mañana solo, temprano, poco después de las seis. Tuve que utilizar la linterna a ratos al comienzo, pues estaba bastante oscuro, y como es habitual en la parte gallega, los bosques frondosos no dejan pasar la escasa luz que hay a estas horas. Los árboles tienen gruesos troncos y las ramas se retuercen y adquieren formas y siluetas caprichosas entre la niebla. Tienes que mirar bien por donde pisas. Escuchar cada sonido. A veces parece como si algo mágico se estuviese escondiendo a tu alrededor... ¿Hay meigas?... no lo sé. En un momento dado el camino va a dar a una aldea despoblada a estas horas, presidida por una iglesia que se alza de manera inseparable junto a un cementerio gris; silencio sepulcral. A mi alrededor nadie, solos la iglesia, el cementerio y yo... eso creo. No sé por qué pero aceleré el paso, incluso con los pies acusando ya el esfuerzo de más de dos semanas. Es el conjunto de la Iglesia y Cementerio de San Xulián do Camiño, del siglo XII. Son las siete de la mañana.
El amanecer de la etapa de hoy fue de los más bellos del camino. Puede ser porque había bastantes subidas y bajadas, se revelaban paisajes que combinaban de una manera artística los primeros rayos de sol, el verde del bosque, la niebla, algunas nubes y las abundantes flores silvestres creando escenas de una belleza singular.
No eran todavía las ocho cuando en la localidad de Cornixa, y ya con un poco de hambre paré en un restaurante al lado de la carretera para tomarme un café con leche y dos madalenas. Después seguí camino hacia Melide, donde según se dice, se come el mejor pulpo de Galicia. Llegué a las nueve y media. Antes de llegar encontré a dos peregrinos de Zaragoza, una pareja muy simpática con quien fui conversando durante algunos kilómetros.
Ya en Melide compré dos bocadillos y unos plátanos que ya echaba de menos, pues hacía unos dos días que no comía.
En compañía de los peregrinos paramos en una placita; ellos también estaban hambrientos así que comimos. Después del desayuno dimos una vueltecita por la ciudad, y mis dos amigos se quedaron para conocer más a fondo algunos de sus monumentos históricos, así pues, continué ya solo a la salida de Melide.
A los pocos metros encontré una peregrina, Paula, con problemas de tendinitis, más o menos como yo, así que fuimos juntos durante unas horas. Ella también había salido de Saint Jean de Pied de Port hacía ya bastantes días y había atravesado problemas serios en sus piernas, de manera que había pensado en abandonar, pero entre unos y otros la fueron animando para que continuase, y lo hizo. Al poco tiempo adoptamos un perro que por allí pasaba y que junto con nosotros hizo unos 15 kms por lo menos, de esta manera estábamos Paula, el perro y yo.
A las once y cuarto pasábamos por Boente. Durante casi todo el percurso, el camino era de tierra y transcurría entre bosques. Creo que en esta aldea fue una de las pocas veces por donde pasamos por una carretera.
A la llegada a Arzúa, sobre la una de la tarde, Paula se quedó; teóricamente también mi etapa terminaba en esta ciudad, pero como me encontraba con bastantes fuerzas todavía y tal vez mañana me faltasen, preferí aprovechar el momento, continuar durante 12 kilómetros más hasta Salceda y así quitármelos de la última etapa. Pensé que sería fácil, pero en realidad la última parte se hizo bastante pesada, no por el paisaje, sino porque las fuerzas estaban cada vez más mermadas, y la llegada a Salceda fue sufrida. Cuando llegué al albergue, Pousada de Salceda, los pies me dolían y la tendinitis se había agravado. Intenté descansar tumbándome en la litera antes de ducharme. Después de la ducha me pasé gel de ibuprofeno en las piernas, cosa que ya empezaba a ser habitual en las últimas etapas. Hice amistad con una familia española española; la hija vivía en Inglaterra y su madre en Madrid, aunque era de Cartagena, ya de bastante edad, las dos hacían el camino juntas, madre e hija. Me pareció digno de admiración el hecho de que las dos estaban cubriendo los últimos 200 kms del camino, ya que según creo recordar, habían empezado en Sarriá su andadura.
No conseguí comer, pues a la hora que llegué, sobre las 4 y media, la cocina ya había cerrado, así que me contenté con una cerveza, un bocadillo que llevaba y una manzana. Pregunté si hacían menú del peregrino para cenar y me dijeron que sí. De esta manera estuve tomando el sol mientras hacía tiempo, el albergue era un conjunto albergue-hotel, con instalaciones lindas, tumbonas, sombrillas, mesas al aire libre, césped, etc.
A la hora de la cena me resarcí con el menú del peregrino preparado de manera excelente y acompañado de un vino de la región.
Estuve paseando un poco por el albergue, conversando con algunos peregrinos. Después me fui a dormir, todavía con las piernas doloridas y pensando como fue buena la idea de hacer 12 kms más hoy y no tener que hacerlos mañana, pero también con dudas de como iba a responder en la última etapa hasta Santiago, aunque realmente estaba muy animado.
Esta misma etapa la hice yo el día 10 de octubre de 2015, este año y aunque había salido mi Camino de Sarria....los más de 40km !!!!pesan!!!
ResponderEliminarYo en Saint Jean de Pied de Port estuve hace un año y en Roncesvalles, pues mi hijo vive cerca de esa zona en Francia...sabe de mi adicción al Camino y me llevó...
Una vez fui desde Navia(Asturias)
Otra desde Baamonde
Otra desde Lugo
Y esta desde Sarria.
Deseo que tu largo Camino cumpliera tus expectativas.
Un abrazo