Bienvenidos. Hace algún tiempo realicé este singular camino, y me gustaría, compartir con vosotros, por un lado algunos datos técnicos que creo interesantes y por otro las vivencias, las situaciones, el conjunto de cosas que hacen del Camino una experiencia única que transciende la manera de ver la vida del peregrino y que va mucho más allá del mero hecho de caminar algunos kilómetros, de contemplar bellos paisajes, o de conversar con algunas personas, tanto hoy como desde hace siglos.
Bem-vindos. Já faz algum tempo que realizei este singular caminho e gostaria de compartilhar com vocês, por um lado alguns dados técnicos que acho interessantes e por outro as vivências, as situações, o conjunto de coisas que fazem do Caminho uma experiência única que transcende a maneira de ver a vida do peregrino e que vai além do simples fato de caminhar alguns quilômetros, de contemplar belas paisagens, ou de conversar com algumas pessoas, tanto hoje como desde há séculos.

sábado, 7 de julio de 2012

Etapa 15: Astorga - El Acebo

Miércoles, 27/06/2012
Distancia: 38,0 Kms
Salgo de Astorga temprano, sobre las 6:15, en compañía de Javi y de Beth, la peregrina de Vic a quien conocimos ayer en el albergue durante la cena. Poco a poco nos alejamos todavía en la madrugada por las calles de Astorga. Después de unos pocos minutos abandonamos la ciudad y entramos en una carretera estrecha de asfalto, creo que es la LE-142, que nos acompaña durante un buen trecho.
A las siete menos veinte pasamos los tres por la aldea de Valdeviejas, y un poco después de las siete pasamos por Murias de Rechivaldo. A partir de aquí y durante unos kilómetros dejamos la carreterita asfaltada y entramos en una pista de tierra, como siempre, cómoda para andar.
El tiempo está bastante cerrado, y conforme avanzamos se pone cada vez peor. Cuando nos aproximamos a Santa Catalina de Somoza, el horizonte se viste de nubarrones totalmente negros y amenazadores y se levanta un viento que presagia agua. A la llegada a esta aldea, sobre las ocho, la torre del campanario de la iglesia contrasta con el negro del cielo y el reflejo del sol tímido de la mañana que nos ilumina por la espalda, lo cual produce unas imagenes muy bellas y contrastadas. Los rosales adosados a las casas de piedra ocre que adornan las calles estrechas, dan un toque colorido a Santa Catalina.
Hay un momento en que parece que nos vamos a salvar del chaparrón, pero unos mil metros antes de llegar al poblado de El Ganso comienza a llover fuerte, y sin tiempo para cubrirnos, aguantamos como podemos y aceleramos el paso entre risas en medio del aguacero de verano hasta llegar a la aldea para refugiarnos en un bar. Deben ser las 8 y media de la mañana. Al entrar en el bar descubro que me había descuidado el jersey polar marca Quechua, como no, amarrado en la parte de afuera encima de la mochila para que se secase, porque el día anterior lo había lavado y no se había terminado de secar totalmente, pero sucede todo lo contrario, ahora con la lluvia de última hora se me moja bastante... paciencia. Aprovechamos la espera de una media hora o un poco más junto a otros caminantes, para comer un bocadillo y beber una cerveza; el dueño del bar, bastante antipático y seco. Después de esa pequeña pausa, el tiempo parece apaciguarse y nos arriesgamos a salir en dirección a Rabanal del Camino, donde llegamos casi a las once. Un factor común de todos estos poblados antiguos es lo bien conservados que están. Son realmente fotogénicos y, en combinación con las condiciones climáticas que revelan oscuros cielos de tormenta en contraposición con un sol incipiente por aparecer tras las nubes, hace que nos detengamos bastantes veces para observar la belleza de estos paisajes naturales.
A partir de Rabanal del Camino, comienza una subida monótona un poco pesada que lleva hasta Foncebadón, donde llegamos después de las doce del mediodía. Paramos en un bar-restaurante pequeñito para llenar las botellas de agua, aprovechar para ir al baño y continuar andando.
Tras pasar Foncebadón, y manteniendo un ritmo bastante fuerte, llegamos poco antes de la una de la tarde a la Cruz de Fierro, a 1500 m de altitud, lugar emblemático del Camino de Santiago, donde la tradición dice que tienes que lanzar una piedra traída desde el inicio del camino, de espaldas a la cruz. Como es un poco tarde y hay hambre, paramos para comer un bocadillo, tomar agua que llevávamos en la mochila y reponer fuerzas. Curiosamente en el merendero en frente de la cruz, al otro lado de la carretera, hay una señal que indica la proximidad de una fuente que ni yo ni mis dos compañeros conseguimos descubrir donde se encontraba.
Nos hacemos algunas fotos en la famosa Cruz de Fierro, descansamos las piernas, que a estas horas piden una pausa, sentándonos en los bancos de piedra del merendero. Tras la parada de una media hora o un poco más, continuamos el camino en dirección a Manjarín, lugar especialmente pintoresco en el Camino de Santiago. Llegamos a las dos. Aprovechamos para conversar con las personas que allí se encuentran, ver un poco el lugar, que parece un museo del camino al aire libre y tomar un vaso de sangría preparada por los peregrinos que estaban sentados a la mesa comiendo y que nos ofrecieron como ayuda para la ruta.
El camino por esta parte se hace difícil; a veces está tallado sobre grandes rocas, lo cual produce una superficie arisca e irregular, con gran abundancia de pedregullos y cansativo por lo tarde que es y por el calor que hace. Hay un momento en que es más cómodo caminar por el arcén de la carretera comarcal , que por el camino que corre paralelo a ésta, y que a veces se separa de ella unas decenas de metros ganando altura, estrechándose y serpenteando de manera caprichosa entre matos secos plagados de grandes piedras donde a veces más que caminar vas haciendo equilibrios.
No hay más aldeas que yo recuerde. Solo camino de piedras y sol. Es pesado pero continuamos. Da la impresión de que vamos a llegar al cielo, porque caminamos por las crestas de las montañas; allí abajo, lejos en la profundidad,  se ven valles, pero se ven tan lejos que parece que vamos a tardar una eternidad en llegar a ellos. En uno de ellos se encuentra El Acebo. Con paciencia vamos bajando hasta él.
Llegamos a El Acebo pasadas las 4 de la tarde, con bastante hambre. Aunque tarde, conseguimos comer un tradicional "menú del peregrino" y disfrutar de un merecido descanso en un restaurante de estilo rúral de gruesas paredes de piedra. Por la tarde paseamos por la aldea, tan linda como rústica.
Estuvimos hospedados en el albergue parroquial de esta localidad. Albergue acogedor. Los hospitaleros prepararon un cocido para cenar, aunque no pudimos disfrutar de él porque estábamos sin hambre, debido a lo tarde que habíamos almorzado en el día de hoy. Hubo partido de fútbol de la selección española con la portuguesa, con motivo de la eurocopa y, hasta nos permitimos el lujo de asistir la primera parte del juego, en un bar de al lado, aunque en el descanso, nos retiramos al albergue para dormir.

Llegando a Santa Catalina de Somoza

Iglesia de Santa Catalina de Somoza

Santa Catalina de Somoza

Rabanal del Camino

Fotografiando (Cruz de Fierro)

Cruz de Fierro

Manjarín

Bajada final hacia El Acebo

Menú del Peregrino (El Acebo)

El Acebo

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